INAUGURACIÓN DEL REAL COLEGIO DE ARTILLERÍA EN EL ALCÁZAR DE SEGOVIA

16.05.2021 22:13


La creación del Real Cuerpo de Artillería y su Colegio tienen su antecedente en la política ilustrada que puso en práctica Carlos III tras su llegada a España en 1759. Su experiencia como duque de Parma (1731-1735) y rey de Nápoles y Sicilia (1734-1759), le validaría para dirigir la modernización del reino con ayuda de conocidos personajes como el conde de Aranda, Jerónimo Grimaldi, Ricardo Wall, Francisco Sabatini o Félix Gazola.

Conocedor de la mejora que necesitaba el Ejército y en concreto su Artillería, decidió reorganizar esta última mediante la publicación del Reglamento de nuevo pie, en que S.M. manda se establezca el Real Cuerpo de Artillería y el Real Colegio de Segovia, fechado el 29 de enero de 1762.

El teniente general de los Reales Ejércitos e inspector general de Artillería, Félix Gazola, más conocido por «Conde de Gazola», sería el encargado de organizar el Real Colegio de Artillería para cuya ubicación se inclinó por el Alcázar de Segovia. Siguiendo los principios preconizados por la Ilustración decidió, entre otras cuestiones, adecuar la enseñanza de los futuros oficiales de artillería a los nuevos adelantos científicos y técnicos, así como impulsar la industria militar.

 

Finalizadas las obras de adaptación del Alcázar, designados los terrenos para las escuelas prácticas y presentes los profesores y 60 caballeros cadetes de la Compañía de alumnos, el 16 de mayo de 1764 se inauguraba solemnemente en uno de los salones principales del Alcázar, tal vez la Sala de Reyes, el primer curso del Real Colegio de Artillería con una conferencia del profesor primario, jesuita y matemático Antonio Eximeno, bajo el título La necesidad de la teoria para desempeñar en la practica el servicio de S.M., publicado posteriormente como Oración sobre la necesidad de la teoría para desempeñar en la práctica el servicio de S.M. Tampoco dejaría de lado Eximeno otras cualidades propias del futuro oficial, y que en palabras suyas «debe ser un gran matemático, un grande histórico, un gran político, un gran filósofo, un héroe».

De este modo se ponía fin a un largo período de fragmentación y arbitrariedad docente, quedando institucionalizada y centralizada en un único centro la enseñanza artillera ilustrada de sus oficiales, en la que la formación, en líneas generales, se orientaría en dos vertientes: una basada en materias militares destinadas a capacitarlos para el mando de unidades, y otra asentada en la adquisición de conocimientos científicos y técnicos, que les facultaran para la dirección y gestión de establecimientos industriales militares tales como fundiciones y fábricas de armas y municiones, pirotecnias, maestranzas y parques de artillería, etc., que a partir de entonces comenzarían a quedar gradualmente bajo la responsabilidad del Cuerpo de Artillería.

Esta dualidad, característica de un cuerpo facultativo como el de Artillería, fue posibilitada porque a su egreso los alumnos recibían junto al título de oficial su capacitación como ingeniero, que a petición personal sería validado oficialmente por el de «ingeniero industrial» gracias a un real decreto de 1895, hasta que en 1940 se creara el Cuerpo Técnico del Ejército (a partir de 1943 Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción del Ejército), cuya rama de Armamento y Material se nutriría inicialmente con alrededor del cincuenta por ciento de jefes y oficiales de Artillería.

 



 

 

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